La crisis que sufrió el ámbito
pictórico a mediado de siglo XIX se suele asociar a un invento que en cuanto a
técnica de representación se presentaba más fiel a la realidad que la pintura,
la fotografía. Esta asociación daría a pensar que desde el nacimiento de este
arte, considerado menor por muchos años, éste adquiría la función de “nueva ventana
del mundo”. Es decir, desde ese entonces en adelante la fotografía se presentaría cómo
fiel reflejo, nítido, de eso que vemos en el exterior. Mucho tiempo después, André Bazin, en Ontología de la imagen fotográfica (1945) continuaría considerando a este medio de representación como el dispositivo con “mayor credibilidad” contrapuesto a la imagen pictórica.
Si saltamos un siglo hacia
adelanta, Susan Sontag ratfica esta postura al señalar que el acto fotográfico
implica la adquisición de “miniaturas de la realidad”, y por tanto la
relación que se establece con el mundo es la del conocimiento. Ahora bien, si
consideremos que así como el devenir tecnológico ha presentado avances
importantes, casi sobreponiéndose temporalmente, no podemos apartar a la
fotografía de esta evolución. Es por ellos que al presentarse la obra de Thomas
Ruff, específicamente la serie que incluye la obra “JPEG ny02” del 2004 no
podemos desperdiciar la oportunidad de vernos incómodos frente a algo que
consideramos “técnicamente errado” y hacer un ejercicio de paralelismo con el
Salón francés del siglo XIX.
Serie Jpegs ny02 (2004)
Hago referencia a esto ya se
puede considerar la presentación de esta obra de Ruff como la repetición de la
experiencia vivida por los impresionistas en aquella época. Para el más purista
y conservador del ámbito fotográfico, esta imagen es inconcebible no sólo desde
su aspecto técnico sino que también vuelve a poner en duda el concepto de
autoría y de la necesidad de un paternalismo en la creación del arte. Sin
embargo, hasta el más purista consideraría hoy en día a los impresionista como
un movimiento pictórico fundamental para el surgimiento de nuevos puntos de
vistas de la pintura, de nuevas formas de mostrar el mundo exterior y nuevas
formas de abordar el discurso. Ahora bien, a pesar de que ya todo esto fue
planteado hace dos siglos atrás, la propuesta de este artista no deja de tener
ni vigencia ni relevancia.
En este sentido, y tomando en
cuenta la premisa postmoderna de que todo ya está hecho, esta obra más que
vista desde lo técnico debe ser entendida como un arte que apela a la
construcción, a la participación del espectador como personaje activo en el acto de la contemplación. Esta obra le habla a un espectador que conoce la evolución de
la pintura y que acepta el agotamiento de la imagen en el mundo contemporáneo y
que permite, de forma muy natural incluso, la apropiación de las imágenes
porque eso simplemente es un tema del siglo pasado. Acá nos referimos con esta obra
a la concepción de que la imagen se expresa en sí misma y se relaciona con su
referente desde otro ámbito muy alejado a la mímesis impuesta por la misma
técnica fotográfica.
El mismo André Bazin hablaba del
ojo del fotógrafo como lente “objetivo”, “objetivo” por cuanto este no debería
intervenir en esta representación del mundo. Ahora, ¿cómo se puede evaluar una
propuesta como la de Ruff? Evidentemente desde lo moderno no es, el hombre
interviene en su entorno y lo modifica, se apropia de imágenes ajenas y las
presenta como suyas desde la premisa de que suya es la propuesta que la
conforma. La fotografía actualmente se debe considerar como la representación,
sí, pero de algo más. Algo móvil y abierto que incluye tanto a la obra como a
su espectador y por consiguiente a su autor.
El ruido de esta serie, y en
particular de esta obra, debe ser visto, insisto, desde lo contemporáneo, ya ni
siquiera se valora la captura del momento, del “instante decisivo”, ahora con
todo el devenir histórico del arte el general, con sus vanguardias y contra
movimientos, esta debe ser evaluada como arte o técnica que se remite a algo
por fuera de ella, en dónde incluso la firma y la perfección de la técnica se
dejan a un lado para dar paso a una propuesta, una visión particular que quizás
sí se nos siga mostrando como “ventana” pero esta vez cómo ventana que nos
muestra a nosotros mismos situados en lo contemporáneo.
Serie Jpegs ny01 (2004)
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