La temporalidad
puesta a prueba desde lo clásico
Macbeth, de William Shakespeare. Dirigida por Javier Daulte. Traducción
de Daniel Zamorano. Con Alberto Ajaka, Mónica Antonópulos, Martín Pugliese,
Joaquín Bertol, Luciano Cáceres, Agustín Rittano, Julieta Vanilla, Alberto
Suárez, entre otros. En el Teatro San Martín. Av. Corrientes 1530. Funciones de
miércoles a domingo a las 2030 hrs. Entrada $60 y $40.
Macbeth, la pieza
clásica de William Shakespeare que habla sobre lo límites humanos desdibujados
a causa de grandes ambiciones, se presenta en la ciudad de Buenos Aires bajo la
adaptación del prolífero director teatral Javier Daulte. Con su dirección, esta
versión es representada más que como la relectura de un clásico parlamento, como
un medio para develar juegos de temporalidades y cuestionar verdades de la
escena teatral.
Daulte, en este sentido, pone en manifiesto con esta obra
las operaciones internas del lenguaje del teatro a través de sus propios
recursos e incluso sus propias piezas literarias ya consagradas. La historia,
con su argumento original, se mantiene relativamente entre los límites
esperados: un guerrero, tras la aparición de tres brujas que le revelan su
destino de grandeza y poderío, es impulsado por su mujer a cometer crímenes
contra sus hombres más cercanos para apresurar con esto la profecía de su
coronación como rey. Lo que no toma en cuenta el personaje de Macbeth es que
por mucho intento y muerte que lleve a cabo, el destino está escrito y no ha
sido él el elegido para continuar por largo período este reinado.
Con esta historia de contexto, el despliegue profesional de
escenografía, iluminación y vestuario, a cargo de Alicia Leloutre, Gonzalo
Casanovas y Mariana Polski respectivamente, crean una pieza postmoderna en
todos sus sentidos. La escena móvil industrial de Leloutre nos habla de la
actualidad de la temática, del no
anclaje temporal de los conflictos del hombre y de las capacidades de un
espectador, no subvalorado por esta puesta, que se caracteriza por tener que
hacerle frente en toda la obra a las disonancias visuales-auditivas. Por su
parte, Gonzalo Casanovas da su aporte técnico al agregarle dinamismo lumínico a
la escena acentuando la necesidad de servirse de sus mismos elementos técnicos
para darle contemporaneidad a un texto que visualmente, gracias a la
intervención de Polski, no nos permite una representación acorde a los
diálogos, con fuerte impronta teatral, situados en otros tiempos y otros
espacios. De esta misma forma, la adaptación musical llevada a cabo por Daniel
Vainer pone en sintonía al espectador desde el inicio con una línea de tiempo
puesta a prueba que invade con sombras coreográficas el espacio físico.
Todos estos como un conjunto, dirección, escenografía,
actuación, música e iluminación, se apoyan entre sí para transgredir de manera
educada al teatro mismo desde sus espacios. Si duda de esto cabe, valdría la
pena analizar por tanto la intervención/intermedio de Martín Pugliese, quien de
una manera muy jocosa coloca al espectador en situación de cuestionamiento de
los roles y la importancia de estos dentro de una trama. La cuarta pared, como
él mismo lo menciona, es destruida no como recurso novedoso – ya hace mucho que
dejó de serlo – sino como recurso que, condimentado con ironías y juegos, colocan
incluso al público como ente activo que puede determinar el curso de una
historia. Al final todos aplauden y la historia continúa, faltaría ver si en
alguna de estas puestas el monologo de Pugliese es interpretado de forma tal
que los asistentes se animen a participar de la manera menos esperada
trastocando así la concatenación de las acciones de este clásico.
La pieza Macbeth
versionada por Javier Daulte anima a su público a disfrutar de muchas formas
esta puesta en escena. Basta que alguien se sirva de disfrutar un diálogo
clásico o de tomar como placenteras las trasgresiones de las operaciones
internas del teatro para que esta obra se considere bien lograda en todos sus
aspectos. Con una amplia y reconocida trayectoria, Daulte no nos sorprende con
su capacidad de adaptación sino que vuelca esa sorpresa al espectador cuando
este se da cuenta de que la actualidad de las piezas no sólo se da por sus
temas sino también por como estos son tratados y recreados.
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