El pasado 10 de septiembre se presentó en el Instituto Universitario Nacional del Arte de la ciudad de Buenos Aires el Dr. Ticio Escobar en el marco de la conferencia Cuestiones sobre el arte contemporáneo: el caso América Latina.
Ticio Escobar realizó la introducción de esta presentación con la idea del ejercicio curatorial como dispositivo institucional del arte contemporáneo. Para ello, su presentador desarrolló lo que para él sería una definición de arte que se planteara más allá de la metafísica y de la academia. En este sentido, el autor hablaba del arte como una categoría marcada históricamente por la dualidad de la forma y sus contenidos; planteando por tanto, un juego y/o problemática en la manera de ver el mundo en función a estos dos parámetros.
Marcando un recorrido filosófico y estético que va desde Kant hasta Benjamin, se puso en perspectiva la crisis de la autonomía del arte que se experimentó con la desaparición del aura de la obras planteada por Benjamin. Para él, el aura sería la distancia necesaria que permite que una obra se afirme como objeto de deseo/culto, al tomar envestiduras (Lacan) que juegan con la mirada, auratizando, por tanto la obra y desplazando su carácter de simplicidad práctica a complejidad simbólica. En el arte, para Benjamin, esta distancia materializada por el aura se habría anulado, anulando por tanto el "encanto" que caracteriza al arte.
En esta etapa de post-autonomía del arte, en donde la apuesta es en pro a un arte interdisciplinario, nuevos formalismos surgen con la estetización del mundo, tanto a partir de lo estético como de lo antiestético. Siendo por este motivo necesarios los elementos concepto y mirada, para que haya arte. Continuando con la línea de Lacan, Escobar hizo mención del aporte de triple registro de este autor para comentar las posibilidades de acceso que tiene lo que no puede simbolizarse y que suele ser esa cosa, todo aquello que no es asimilable a la significación, al cual el arte hace referencia. El triple registro a modo de simplificación estaría compuesto por el imaginario que vendría a ser la imagen, la ilusión o la fantasia; lo real que es todo aquello que no puede simbolizarse, las fuerzas oscuras del inconsciente y lo simbólico que correspondería al lenguaje y la significación. Lo real, menciona Escobar, tiene que ver con lo sublime y a pesar de no poder ser simbolizado, sí puede ser imaginado a partir del uso de imágenes. El arte en líneas generales estaría fascinado por este aspecto real y he allí el por qué de su realización como vía de acercamiento o sendero luminoso de este aspecto oscuro.
En este sentido de búsqueda de acceso a lo real a lo cual las obras contemporáneas estarían haciendo referencia, Escobar retoma la importancia del marco de una obra, el parergon enunciado por Kant. El parergon se plantea como lo que es y no es parte del cuadro, lo que depende de la circunstancia y de la situación de presentación. Para el arte contemporáneo su definición es una construcción en específico. Si se admite entonces que la forma no es garantía de la definición, sino que se hace necesaria una mirada que incluya el contexto, el arte necesitaría por tanto entrar en diálogo con un discurso. El arte se habla en función de la contingencia.
En el marco de estas ideas aparece la curaduría, ya que como práctica esta estaría presentada por un discurso que pone en movimiento a las obras, vinculándolas en una misma situación. ¿Qué quiere decir el curador? en función a esto es que una obra juega para bien o para mal. El arte contemporáneo tiene una parte de eso real que mencionamos anteriormente y otra en la imagen, por lo que la obra no se completa sin la información provista desde afuera.
En líneas generales para Ticio Escobar el arte sería la serie de operaciones que incrementan la producción de sentido. Enmarcado en el concepto del unheimlich, el arte sería lo familiar puesto bajo la sospecha de una inminencia. Retomando a Freud, la inquietante extrañeza de algo, que no se muestra pero que amenaza con aparecer. Para Escobar es importante entender que hay puntos de equiparación y de experiencias, por lo que un objeto aislado no traduce las relaciones que lleva consigo. Sin embargo sí posee la riqueza y la capacidad de recontextualización. Lo que amerita la particpación del curador para materializar y poner en diálogo dichas potencialidades.
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